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Aparece una “misteriosa enfermedad” en India.

En plena pandemia de la Covid-19 han saltado las alarmas a principios de Diciembre en Eluru, Andhra Pradesh, India con más de 550 hospitalizados. Algunos estaréis pensando: ¿Qué tiene que ver esto con la ecología?

Tras la realización de diferentes pruebas médicas, se ha observado la presencia de níquel y plomo en la sangre de diferentes pacientes. Además, hay que sumar la sospecha de presencia de níquel y plomo en los arrozales de la zona. Sin embargo, esto no puede ser demostrado del todo debido a una disputa política. Aunque pueda parecer algo fuera de lo normal, como algunas noticias destacan con titulares como “misteriosa enfermedad desconocida”, la intoxicación por metales pesados es algo más común de lo que parece.



Entre 1932 y 1968 ocurrió otro desastre por la contaminación de mercurio. Durante estos años la empresa química Chisso producía acetaldehído y cloruro de vinilo, usando como catalizadores sulfato y cloruro de mercurio. Como resultado de esta reacción se creaban residuos de mercurio inorgánico (Hg2+) y metilmercurio (Hg+CH3) que se descargaba a la Bahia de Minamata en Japón, contaminando los animales marítimos de la zona. Las personas de la zona se alimentaban de pescados y mariscos contaminados, y como consecuencia hubo una intoxicación masiva que causó más de 2.000 víctimas y más de 10.000 afectados. Esta afección se conoció como la “enfermedad de Minamata”. A este suceso le siguieron otros episodios masivos de intoxicación por mercurio. Por ejemplo, en 1965 las autoridades japonesas confirmaron 690 víctimas con Enfermedad de Minamata relacionado con el vertido de aguas residuales sin tratar al río Agano (Niigata) desde una empresa química. Otro caso muy polémico fue el ocurrido entre los años 1962 y 1970 donde apareció una serie de casos de intoxicación por metilmercurio en el pueblo canadiense de Grassy Narrows. Así podremos encontrar en la bibliografía científica muchos casos de intoxicación por la exposición a mercurio.


Además del mercurio, como hemos comentado al principio, encontramos otros metales pesados capaces de crear intoxicaciones similares como el plomo, cromo o arsénico, entre otros. Cada uno, capaz de crear un síndrome o enfermedad característica como por ejemplo, la aparición de la enfermedad itai-itai por una exposición excesiva al cadmio. Esta enfermedad se manifestó por primera vez relacionado con una intoxicación masiva por cadmio en los campos de arroz en 1912, en la prefectura de Toyama en Japón.


Actualmente fuentes como Unicef aseguran que “Un tercio de los niños del mundo está intoxicado por plomo”, y según la Asociación Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) el consumo de mercurio relacionado con la ingesta excesiva de pescados azules puede suponer un riesgo sanitario real. Pero ¿Cómo nos llegamos a intoxicar o como esos metales llegan a nuestros platos?


La respuesta a esta pregunta es muy diversa y complicada además de no tener una única respuesta. Como ya se ha comentado antes encontramos varios metales capaces de crear intoxicaciones y cada uno de ellos presenta un ciclo diferente. Sin embargo, creemos que puede ser interesante dar algunos datos sobre el ciclo del mercurio en la biosfera y así poder entenderlo un poco mejor.


El ciclo del mercurio se puede definir como la circulación de mercurio entre atmósfera, tierra y agua. Así, el mercurio puede ser liberado a través de diferentes fuentes, de manera natural surge de la volatilización de la corteza terrestre, volcanes o por ejemplo evaporación de los océanos como se muestra de manera muy simplificada en la imagen.


Sin embargo, este ciclo global se ve alterado por la presencia humana, encontrando una liberación de mercurio relacionado a la minería, pinturas, cementeras o industria del acero entre otras. Se estima que la liberación de mercurio relacionado a los procesos humanos está entre 2000 y 4000 Tm (tonelada métrica) anual. Así, este contenido ligado a la producción humana se introduce en el ciclo del mercurio aumentando los niveles de manera global.


Al comienzo del artículo hemos comentado diferentes intoxicaciones debido a escapes, vertidos o liberaciones de metales de manera masiva, y las consecuencias que estos tenían sobre los humanos. Sin embargo, ¿Qué ocurre con otras especies?


Los estudios se centran principalmente en la contaminación del mercurio en aguas terrestres y ambientes marinos, ya que los animales acuáticos son los más expuestos y perjudicados. Al igual que los humanos las concentraciones altas de metilmercurio puede tener consecuencias catastróficas para los animales acuáticos, entre los que se encuentran fallo multiorgánico o problemas neurológicos entre otros, siendo especialmente susceptibles en las etapas de desarrollo. La toxicidad del mercurio se debe a la acumulación del mismo, así a diferencia del mercurio inorgánico, el metilmercurio tiene una capacidad de acumulación (en el tejido graso) muy grande. Así, el mercurio va a crear una tendencia a la acumulación en los niveles tróficos sucesivos que se conoce como magnificación biológica.


Una vez entendido mejor cuáles son algunos de los problemas y ligado a las advertencias de entidades mencionadas, como la OMS o AESAN nos surgen preguntas como: ¿qué consecuencias puede tener el aumento constante de estos metales en sus respectivos ciclos? ¿Los efectos mencionados pueden verse incrementados por los efectos del cambio climático? ¿No creeis que debemos tomar acción y evitar la contaminación por metales?


 
 
 

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